Aunque estamos habituados a usarlo a diario, sobre todo en las ciudades y grandes núcleos de población, el ascensor, tal y como lo conocemos a día de hoy, es un invento más o menos reciente. Se cuenta que el primer diseño de un prototipo lo hizo Arquímedes en la Antigua Grecia y, tras él, ha habido otros nombres vinculados a los primeros aparatos: Matthew Boulton, James Watt o Luis XV.
En un primer momento, eran muy pesados y solo podían transportar mercancías, tenían un uso muy similar a los actuales montacargas. Fue finalmente el inventor estadounidense Elisha Otis el encargado de diseñar y fabricar el primer ascensor que transportaría personas. Ese primer ascensor fue estrenado en Nueva York, en plena calle Broadway, en 1857, concretamente en en la tienda de objetos de porcelana E.V. Haughwout & Co. Previamente, el aparato había sido presentado en la Exposición Universal de 1853, que tuvo lugar en esta misma ciudad.
Ese primer ascensor estaba destinado al transporte de un máximo de seis personas, a una velocidad de diez metros por minuto, y contó con un freno manual de seguridad y estaba sustentado en un motor de vapor.
EL PRIMER ASCENSOR EN ESPAÑA
Situamos, por tanto, la aparición del primer ascensor tal y como lo conocemos hoy en Estados Unidos a mediados del siglo XIX, pero ¿cuándo llegó a España? En nuestro país, el primer ascensor se instaló en la calle Alcalá de Madrid, en pleno centro de la capital española, concretamente en el número 5. A día de hoy, tanto el ascensor como el edificio no existen porque este último pereció bajo las balas de la Guerra Civil.
La instalación se firmó poco antes de la Navidad del año 1877, exactamente el 15 de diciembre, y en ella tomaron parte los tres ingenieros responsables y el propietario del edificio, Valentín Morales.
Habría que esperar hasta el año 1903 para tener noticia de nuevas instalaciones en España. Las crónicas de palacio de Madrid hablan de ese año como la fecha de la inauguración de tres ascensores en el Palacio Real de la capital bajo el nombre de Carlos III, Rey y Damas. Tras Madrid, ciudades como Valencia o Alicante inauguraron sus primeros ascensores en la primera década del siglo XX.